De esas pequeñas buenas acciones pasa el muchacho a la práctica de auxilio que debe prestar a
lesionados o heridos, y de allí, en gradación natural, al salvamento de vidas, en casos de urgencia,
desarrollando con ello el sentido del deber para con los demás y la espontaneidad de sacrificio en
cualquier momento de peligro. Todo esto le imbuye nuevamente la idea de abnegación por su
hogar, el prójimo y la patria, estimulándolo a exaltar su patriotismo y su lealtad, en un sentido
mucho más elevado que el simple ademán mecánico de agitar una bandera.
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