Lo que realmente despierta interés en la juventud, y al mismo tiempo constituye algo educativo, es
el verdadero acampar: es decir, el campamento establecido por los muchachos mismos, hasta el
extremo de hacer sus propias carpas, y aprender a cocinar sus propios alimentos. Luego, la tarea
de levantar las tiendas de campaña en sitios elegidos expresamente por las tropas; la busca de
leña y agua potable; la preparación de un sitio para bañarse, cocinas de campaña, letrinas y hoyos
para desperdicios; el empleo de utensilios y muebles de campamento, etc. es lo interesante, y lo
que despierta entusiasmo, además de ser un adiestramiento inapreciable.
Cuando se trata de un gran número de muchachos, reunidos en un pueblo de carpas, es necesario
recurrir al ejercicio sistemático y la instrucción general, como medios para proporcionar ocupación
a todos en conjunto. Pero, en el caso de grupos pequeños, además de las labores del campamento
mismo, las cuales ocupan mucho tiempo, hay también una oportunidad constante para la
educación en el conocimiento de la naturaleza, así como para fortalecer la salud corporal y mental,
por medio de carreras, caminatas y otras diversiones, aprovechando todas las ventajas del
ambiente.
El campamento ideal es uno en que todo el mundo está satisfecho, alegre y atareado; uno en que
las tropas se conservan siempre intactas, y en que todos los concurrentes están orgullosos de su
labor y del grupo en general.
Un detalle muy digno de atención especial es que, en un campamento pequeño, el ejemplo del Jefe
de Tropa ejerce una influencia enorme. Debido a que vive entre los muchachos, cada uno de éstos
tiene la oportunidad de observarlo, e imitarlo, a veces inconscientemente y tal vez sin que él
mismo se dé cuenta. Por eso se notará que si el Jefe de Tropa es un hombre perezoso, los
muchachos que dirige se pondrán haraganes. Asimismo, si el aseo es un hábito en él, ellos lo
adquirirán; y si él es ingenioso, los muchachos que lo rodean habrán de convertirse pronto en
emuladores de su ingeniosidad, ejercitando sus facultades mentales en la invención de artefactos y
utensilios.
Pero el Jefe de Tropa no debe perder su tiempo en tareas pertenecientes a los scouts que lo
acompañan, sino más bien inducir a éstos a trabajar cuanto sea posible. Realmente, con respecto a
esto, el mejor lema es: "Cuando se quiere conseguir que se haga una cosa, no debe hacerla uno
mismo." Nosotros queremos campamentos limpios y saludables, regidos en armonía con todas las
reglas e instrucciones locales; pero que sean, además, campamentos en que los scouts puedan
vivir una vida tan semejante como sea posible a la de los verdaderos colonizadores de antaño.
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