La sobriedad es una virtud de capital importancia, tanto en la gente joven como en las personas
mayores. Mas, para un muchacho, la moderación de su apetito, en lo relativo a cantidad y en
cuanto a la índole de los alimentos, se considera especialmente importante por la práctica de
imponerse privaciones a sí mismo. Tal vez nadie ha logrado medir exactamente la capacidad de un
muchacho para engullir comida; pero se notará que éste adopta una sobriedad ejemplar si se le
muestra un objetivo que justifique su esfuerzo, como la destreza para el atletismo, por ejemplo. Y
en esa forma, la templanza se convierte en un detalle de adiestramiento moral y físico al mismo
tiempo.
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