Además del respeto a Dios y al prójimo, la lealtad para con la patria ocupa un lugar preponderante,
y es factor importantísimo para mantener en los hombres bien equilibrados sus miras y puntos de
vista. Las manifestaciones de esa lealtad, como el saludo a la bandera, el ponerse de pie cuando se
toca el himno nacional, etc., ayudan a promoverla, pero lo esencial es desarrollar el verdadero
espíritu que mueve tales demostraciones.
El estímulo de la lealtad para consigo mismo, o sea acatando el buen dictado de la conciencia, es
un gran paso para desarrollar en el muchacho el aplomo y el conocimiento de sí mismo. La lealtad
para con los demás se expresa con hechos y no sólo con palabras. Los servicios al prójimo y el
sacrificio personal envuelven necesariamente la idea de estar listos a empuñar las armas para
defender a la patria en caso de agresión extranjera, lo cual es el deber de todo buen ciudadano.
Pero esto no implica que el muchacho desarrolle un espíritu sanguinario y agresivo, ni que necesite
adiestramiento en los deberes militares o ideas bélicas. Esto se deja para cuando tenga la
suficiente madurez de juzgar con su propio criterio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario