Las estadísticas nos muestran la existencia de un gran número de individuos que no gozan de
buena salud; y que con un poco de cuidado y atención podrían haber sido personas sanas y útiles a
la sociedad. Algunos informes sanitarios escolares nos han demostrado que uno de cada cinco
alumnos adolece de algún defecto que le impide desempeñarse con eficiencia durante el resto de
su vida: defecto -entiéndase bien- que pudo haber sido corregido.
Estos datos son inmensamente importantes, y señalan de inmediato la necesidad y el remedio. Si
se instruye al niño a su debido tiempo podrían salvarse millares anualmente, convirtiéndolos en
ciudadanos vigorosos y capaces, evitando que durante el resto de sus días arrastren una vida
miserable y solamente útil a medias.
Esto tiene trascendencia tanto para el individuo como para la nación entera.
Mucho se ha dicho sobre la cultura física y el desarrollo de las generaciones futuras sobre bases
mucho más generales, y hacia este fin tienden los grandes esfuerzos de nuestra labor.
Pero quiero advertir a los Jefes de Tropas que no dejen que este impulso los guie por la senda
equivocada.
En el cuadro que aparece en la capítulo "Escultismo" de la primera parte de este libro, se puede ver
cómo y por qué el Carácter y la Salud Física son los principales objetivos del Escultismo, y también
se ven allí los medios de que nos valemos para lograrlos.
Pero no hay que olvidar que la salud no tiene necesariamente que ser el resultado de los ejercicios
físicos.
El adiestramiento físico que se da al ejército ha sido cuidadosamente estudiado y es excelente para
el propósito que persigue. Está destinado a desarrollar el sistema muscular del individuo; y los
soldados mejoran tremendamente su constitución física bajo esta intensa forma de preparación.
Pero a menudo es artificial, y lleva por objeto la adquisición del desarrollo que no se obtuvo en
forma natural.
Los ejercicios violentos no son naturales.
El guerrero zulú, aunque es un espléndido ejemplar de la
raza humana, desconoce por completo la gimnasia sueca. Y el muchacho corriente, que ha jugado
fútbol y se ha mantenido en buenas condiciones físicas mediante ejercicios practicados de vez en
cuando, tampoco tiene que recurrir a los ejercicios violentos para continuar su desarrollo armónico.
Son los juegos al aire libre, las caminatas, la vida bajo tiendas de campaña y la alimentación sana,
en combinación con el adecuado descanso, lo que lleva al cuerpo la salud y el vigor, en forma
natural y no de manera artificial y efímera.
No hay quien no convenga en esto. Es simple en teoría, aunque en la práctica se presentan algunas
dificultades que hay que vencer.
Los muchachos de la ciudad o los que trabajan todo el día en las fábricas no tienen la oportunidad
de salir al aire libre a practicar sus juegos, y naturalmente deberían aprovecharla los que trabajan
a campo raso y los niños de los campos: pero es el caso que un muchacho campesino raras veces
conoce un juego y ¡ni siquiera sabe cómo correr!
Es desconcertante ver cuán pocos muchachos
Dueden hacerlo
El paso elástico y natural se adquiere solamente con la práctica de las carreras. Sin este ejercicio,
el pobre muchacho desarrolla el andar lento y pesado del campesino o el paso desigual y
arrastrado del habitante de las ciudades. ¡Y cuánto carácter se revela en el porte airoso de un
hombre!
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