En el amplio abanico del desarrollo de la
personalidad, lo que primero se evidencia es la
singular y misteriosa relación de una persona con su
cuerpo.
Alma y cuerpo realizan su unidad a cada instante
en el movimiento de la vida, en una interdependencia
difícil de medir pero real.
Es así como el desarrollo integral de una persona
no sólo depende de factores inmateriales, como los
espirituales, los psicológicos o los culturales. También
está sujeto a factores físicos, los que interactúan en la
determinación de las características de la
personalidad.
Por otra parte, el cuerpo, objetivado y conocido
cada día más por la ciencia, no sólo crece y funciona
en razón de una serie de cambios y procesos sujetos a
leyes propias, sino que es posible obtener a su
respecto un punto de plenitud, al cual los niños y los
jóvenes pueden acercarse, por su propia intervención,
cada día un poco más.
ntendemos entonces por desarrollo corporal el
ejercicio de esa cuota de responsabilidad personal en
el crecimiento y funcionamiento del propio cuerpo.
Para los scouts, a quienes ese misterio de la
integración de la materia y del espíritu nos maravilla
como un signo de la trascendencia humana, la
responsabilidad por nuestro cuerpo es también una
consecuencia vital de reconocerlo como obra de Dios,
puesta para su alabanza y testimonio.
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