martes, 18 de septiembre de 2012

Cualidades de un Scout (muchacho)- i

Genio. Debe tenerse presente que un muchacho por naturaleza siempre está rebosante de buen humor. Puede que éste se incline a lo superficial, pero siempre le hace apreciar una broma o un chascarrillo, y ver el lado cómico de las cosas. Esta actitud permite al que trabaja con muchachos contar con una oportunidad placentera y radiante para facilitarle su obra, y lo habilita además para hacerse compañero jovial con sólo participar en la alegría de la ocasión, en vez de que se le tome por capataz.
Valentía. Generalmente el muchacho está pleno de ánimo a más de no ser miedoso. Por naturaleza no es quejumbroso, aunque más tarde llegue a serlo, cuando haya perdido el respeto a si mismo o cuando ha frecuentado la compañía de los quejosos.
Confianza. El muchacho por lo general tiene suprema confianza en sus propias facultades. Por lo tanto, no le gusta que se le trate como si fuera chicuelo, ni que se le diga que haga las cosas o la manera de hacerlas. Prefiere ensayar por su propia cuenta, aunque se equivoque; pero precisamente al cometer errores adquiere experiencia y forja su carácter.
Agudeza. Raro es el muchacho que no sea más perspicaz que un lince. Es fácil instruirle en lo relativo a la observación, fijar la atención en las cosas y deducir el significado de éstas.
Amor a la aventura. El muchacho que habita en la ciudad es casi siempre más inquieto que sus hermanos del campo, debido a los sucesos que a diario ocurren en la ciudad, tales como el paso raudo de un coche de bomberos que acuden a un incendio, o una viva pelea entre dos de sus vecinos, etc. No puede permanecer en una colocación por más de uno o dos meses, pues bien pronto le entra el Irresistible deseo de cambiar de posición. 
Sensibilidad. Cuando un muchacho encuentra alguien que se interesa en él, responde y va donde se le dirige; y aquí es en donde entra esa admiración a los héroes que le sirve de gran fuerza auxiliar al Jefe de Tropa. 
Lealtad. Ésta es una de las características del muchacho que debe inspirar esperanza ilimitada en él. Los muchachos son generalmerne amigos leales entre si, y de ese modo la amistad es en cada uno de ellos casi natural. Es lo único que considera como deber. Puede dar la impresión de ser egoísta; pero, por regla general, debajo de esa superficie, siente un ansia por ayudar a los demás, y éste es el terreno fértil que nuestro adiestramiento de Escultismo trata de cultivar. 

Si se consideran y estudian estas diversas cualidades del muchacho, uno puede discernir la mejor manera de adaptar la instrucción del adiestramiento a sus inclinaciones. El fruto de este estudio es el primer peldaño para alcanzar el éxito en esa instrucción. Yo he tenido el placer de encontrarme, en el transcurso de una semana, con tres muchachos en distintos centros, acerca de quienes me informaron que, antes de haber sido tocados por la influencia del Escultismo, eran díscolos incorregibles y bribonzuelos de tomo y lomo. Los respectivos Jefes de Tropa, en el caso particular de cada uno, descubrieron las buenas cualidades que yacían latentes bajo la superficie de las malas, y habiendo asido aquéllas pusieron a los muchachos a trabajar en tareas adecuadas a su disposición moral; y ahora ahi están esos tres excelentes y toscos mozalbetes trabajando espléndidamente sin parecerse en nada a lo que antes eran. Solamente por el logro de estos tres triunfos aislados, se justifica el esfuerzo de haber organizado las Tropas.

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