Hay objetivos que refuerzan el comportamiento
esperado de acuerdo al grado de desarrollo del joven, con el
objeto de medir si éste ha logrado transcurrir con éxito una
determinada etapa inevitable de su desarrollo.
Hay otros, en cambio, que contienen un desafío y que
están formulados en sentido inverso a los anteriores, esto es,
estimulan una conducta deseable que no representa un
comportamiento esperable en el respectivo grado de
desarrollo.
Esto con el propósito de incentivar el vencimiento
de una tendencia que si bien es propia de la edad, debe ser
detectada, asumida y superada.
En la columna infancia media, segunda línea del área
corporalidad, encontramos estas dos situaciones en una
misma casilla.
Mientras un objetivo propone al niño su
participación en actividades que desarrollan sus cualidades
motrices de coordinación, equilibrio, fuerza, agilidad,
velocidad y flexibilidad, capacidades que se espera que sean
desarrolladas intensamente en esta edad, el objetivo siguiente
le invita a expresar sus disgustos sin reacciones físicas,
gobernando una tendencia que a Un puede subsistir en esta
edad y que el niño tendría que haber aprendido a controlar.
En
el primer caso se refuerza el comportamiento esperado y en el
segundo se propone un desafío que implica superar dicho
comportamiento.
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