Los objetivos establecidos en una sublímela no siempre siguen
una secuencia con intervalos similares. Dada la amplitud del
comportamiento esperado o su carácter abstracto, no es posible
establecer a su respecto una progresión regular.
No obstante, la
secuencia es ordenada.
Sólo en algunos casos la dificultad de evaluación es tan
severa, que se ha recurrido a establecer, para rangos de edad
sucesivos, ciertos objetivos en calidad de indicadores esporádicos,
los que pueden parecer un tanto discontinuos unos de otros.
Estos
indicadores o "conductas tipo" miden de tanto en tanto el progreso
hacia un mismo objetivo terminal. De darse en una determinada
edad la conducta prevista en el indicador esporádico, es de suponer
que el joven ha transcurrido con éxito la sucesión variada de
conductas que lo separaban del indicador de la edad anterior.
Tal es el caso, por ejemplo, de la responsabilidad por el
propio cuerpo contenida en el primer objetivo terminal de
corporalidad.
En infancia media se pide al niño que se esfuerce pe
cumplir las orientaciones de los adultos sobre el cuidado de su
cuerpo y durante la infancia tardía se le pide que mida el riesgo er
las acciones que realiza. Entre uno y otro objetivo existe toda una
familia de pequeñas conductas cuya progresión no es posible
medir, por lo cual la línea se limita a controlarla a través de cierto!
objetivos cuyo logro permite suponer que se ha transcurrido con
éxito una etapa de aprendizaje.
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