Otro componente esencial es la
educación activa, en que los jóvenes
aprenden por sí mismos a través de
la observación, el descubrimiento,
la elaboración, la innovación y la
experimentación.
Este aprendizaje no frontal permite
experiencias personales que interiorizan
y consolidan con intensidad el
conocimiento, las actitudes y las
habilidades.
De esta manera, desde el punto de
vista cognoscitivo, se sustituye la
mera recepción de información por la
adquisición efectiva de conocimiento;
en el dominio de la afectividad, se
reemplaza la norma impuesta por
la norma descubierta y la disciplina
exterior por la disciplina interior; y en el
campo motriz, la pasividad receptiva
del destinatario cede paso a la
creatividad efectiva del realizador.
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