Toda persona interpela constantemente a la existencia para
que le revele su origen, su naturaleza y su destino.
Frente a la profundidad del misterio, invitamos a los jóvenes
a trascender el mundo material, guiarse por principios
espirituales y caminar siempre en la búsqueda de Dios,
presente en la existencia de todos los días, en las cosas
creadas, en los otros, en la historia.
Los invitamos a asumir el mensaje de su fe y a vivirlo en la
comunidad de su Iglesia, compartiendo la fraternidad de los
hombres unidos por una misma religión y siendo fiel a sus
convicciones, signos y celebraciones.
Representamos a los jóvenes la importancia de integrar la fe
a la vida y a la conducta, dando testimonio de ella en todos
sus actos.
Les invitamos además a vivir alegremente su fe, sin ninguna
hostilidad hacia quienes buscan, encuentran o viven
respuestas diferentes ante Dios, abriéndose al interés, a la
comprensión y al diálogo ante las opciones religiosas de los
demás.
Una persona guiada por estos principios reconoce, vive y
comparte el sentido trascendente de su vida, por encima de
posiciones sectarias o fanáticas.
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