Cada persona es una promesa y para que ésta se haga
realidad debe esforzarse por lograr lo mejor de sí misma.
Invitamos a los jóvenes a usar progresivamente su libertad,
asumirse con responsabilidad, aprender a discernir y decidir
y enfrentar las consecuencias de sus decisiones y de sus
actos.
Los motivamos para que tomen conciencia de su dignidad,
se superen constantemente y opten por un proyecto personal
para sus vidas.
Los desafiamos a cifrar su honor en ser fieles a la palabra
dada, leales con los demás y honestos con sí mismos, sobre
todo cuando hay que vencerse.
Les proponemos ser fuertes, mantenerse firmes en sus
objetivos, tener el coraje de ser coherentes, dando el
testimonio de ser lo que se dice ser.
Una persona consecuente con estas verdades es una
persona íntegra, recta y fuerte, representa una alternativa
a la cultura del instante y contribuye a la superación de las
tendencias relativistas y permisivas.
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