En esa forma, un Jefe de Tropa comprensivo y concienzudo, que ha hecho un estudio psicológico
de sus muchachos, puede poner ante algunos ciertas dificultades estimulantes, de manera que los
torpes disfruten de un comienzo equitativo al lado de los más inteligentes. Y el muchacho apocado
y tímido, cuya obsesión de inferioridad se debe a los fracasos numerosos que ha sufrido, pueden
facilitársele los primeros triunfos con el fin de inducirlo a intensificar sus esfuerzos.
Si trata de
hacer algo, no importa cuál sea la tosquedad de su trabajo, el examinador debe concederle una
Especialidad; y esto generalmente le dará el estímulo para continuar ejercitándose hasta que gana
más Especialidades, y por último se hace normalmente capacitado.
El examen para conferir insignias no es de competencia, sino sencillamente una prueba del
esfuerzo individual. Por tanto, el Jefe de Tropa y el Sinodal tienen que trabajar en estrecha
armonía, juzgando separadamente cada paso por sus méritos, y aquilatándolo todos para saber
cuándo deben ser generosos y cuándo deben ser estrictos.
Algunos opinan que los muchachos tienen que llenar el máximum de ciertos requisitos antes de
considerárseles merecedores a ostentar una Especialidad.
Eso está muy bien en teoría; y con ese
método se consigue que unos cuantos muchachos adquieran gran eficacia; pero nuestro propósito
es lograr que todos se interesen. El Jefe de Tropa que al principio pone a sus muchachos ante una
valla sobre la cual pueden pasar fácilmente, los verá salvándola con entusiasmo y confianza en sí
mismos; pero si los pone ante una tapia de piedra, demasiado alta, los verá intimidarse, y ni
siquiera intentar saltarla.
Sin embargo, nosotros no recomendamos el otro extremo, es decir, el que Consiste casi en regalar
las Especialidades a cuantos demuestran haber adquirido cualquier conocimiento insigniticante de
las labores asignadas. Realmente se trata de un asunto en que los examinadores deben usar su
juicio y discreción, siempre teniendo en mente los propósito fundamentales. Indudablemente, siempre existirá el peligro de que muchos anden a caza de gangas, tratando de
conseguir Especialidades con facilidad y sin merecerlas. Nuestro propósito es convertir a los
muchachos en ciudadanos concienzudos alegres, sensatos e industriosos, y no en individuos
vanidosos y petulantes.
El Jefe de Tropa debe estar siempre alerta, para reprimir la cacería de
insignias, y averiguar cuál es el cazador de gangas y cuál es el trabajador entusiasta y serio.
En otras palabras, el éxito del sistema de Especialidades depende mayormente del mismo Jefe de
Tropa, y de la forma en que él lo dirija.
No hay comentarios:
Publicar un comentario