Hace algún tiempo, alguien publicó una edición del libro "Escultismo para muchachos" y en ella
ordenaba rotundamente que los scouts nunca deben fumar. Esto nos induce a sugerir que se
recuerde que por lo general resulta contraproducente ordenar así a los muchachos a que se
abstengan de hacer ciertas cosas, pues tal método casi siempre les presenta una tentación
fascinante de actuar en sentido contrario. Lo apropiado es aconsejarlos con tacto y positivamente
contra los hábitos perjudiciales, o hablarles acerca de éstos calificándolos como necedades o
ridiculeces despreciables; y es casi seguro que así se les pueda inducir a evitarlos, especialmente
cuando se trata de malas costumbres como el hábito de blasfemar, el vicio de fumar y otros que
los jóvenes pueden adquirir con facilidad. Es también conveniente establecer ciertas normas de
buen tono, y crear una especie de opinión pública entre los muchachos, en un plano que indique la
línea de conducta que deben seguir para aparecer cultos y caballeros ante la sociedad.
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