El Jefe de Tropa, observando y estudiando el carácter individual y las habilidades de cada
muchacho, puede, hasta cierto punto, deducir, poco más o menos, el curso de la vida para el cual
está más preparado. Pero debe darse cuenta de que la cuestión de los empleos es una que los
muchachos mismos y sus padres tienen que resolver.
Es por tanto un asunto de consulta con los padres, y uno sobre el cual debe avisar a éstos contra el
peligro de inducir a su hijo a tomar un empleo que no armoniza con sus características, por el sólo
hecho de que aporte dinero inmediatamente.
Es provechoso que trate de conseguir que el
muchacho y sus padres vislumbren las posibilidades ulteriores que se presentarán si se dan los
primeros pasos en la dirección más adecuada, según sean las circunstancias.
Y en ese punto es importante distinguir entre los empleos que brindan oportunidades de desarrollo
progresivo al muchacho, y los que no conducen a nada, o sea, la clase de empleos que no ofrece
perspectivas de adelanto. Estos últimos con frecuencia producen mucho dinero por algún tiempo, y
aumentan los ingresos pecuniarios semanales de la familia.
Por esto algunos los eligen para sus
hijos, sin importarles el hecho de que no les ofrecen ventajas para que se hagan de una buena
profesión o de un buen oficio más tarde, cuando sean hombres.
Y las colocaciones que presentan oportunidades de un desarrollo halagador para lo futuro también
deben seleccionarse cuidadosamente, tomando en cuenta la capacidad del muchacho.
Un empleo
que requiere destreza especial puede considerarse como esencialmente preferible a uno que no la
requiera, en cuanto al futuro éxito del muchacho en la vida. Pero se debe tener cuidado de que la
consideración de este aspecto no se retarde hasta que haya pasado el tiempo para que el
muchacho se amolde a las normas y exigencias de la carrera que desea emprender.
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