Un juego que ha demostrado ser de gran utilidad durante los años de guerra. Se ordena a la
Patrulla que vaya a dormir a un lugar del terreno marcado en rectángulo con cuerdas que dejarán
en uno de los lados una abertura de unos dos metros de ancho.
Los Scouts deberán acostarse desvestidos en sus camas como si fueran realmente a dormir dejando las ropas al alcance de su
mano. Al escucharse la voz de ¡Fuego! o el sonido de una improvisada sirena, deberán vestirse
correctamente antes de dirigirse hacia la abertura de salida, teniendo presente que el que tropiece
con las cuerdas morirá quemado. Pasados cien segundos la abertura se reduce treinta centímetros
más o menos, lo que significa la caída de vigas encendidas.
Después de cien segundos más, se cierra otros treinta centímetros y así sucesivamente hasta que
los más lentos o los perezosos quedan encerrados entre las paredes llameantes. Este juego tan
sencillo exigirá mucha serenidad y buena memoria, especialmente si en la Patrulla hay algún Scout
nervioso, ¡Éste puede perjudicar mucho!.
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