sábado, 10 de noviembre de 2012

Especialidades - II

En esa forma, un Jefe de Tropa comprensivo y concienzudo, que ha hecho un estudio psicológico de sus muchachos, puede poner ante algunos ciertas dificultades estimulantes, de manera que los torpes disfruten de un comienzo equitativo al lado de los más inteligentes. Y el muchacho apocado y tímido, cuya obsesión de inferioridad se debe a los fracasos numerosos que ha sufrido, pueden facilitársele los primeros triunfos con el fin de inducirlo a intensificar sus esfuerzos. 
Si trata de hacer algo, no importa cuál sea la tosquedad de su trabajo, el examinador debe concederle una Especialidad; y esto generalmente le dará el estímulo para continuar ejercitándose hasta que gana más Especialidades, y por último se hace normalmente capacitado. El examen para conferir insignias no es de competencia, sino sencillamente una prueba del esfuerzo individual. Por tanto, el Jefe de Tropa y el Sinodal tienen que trabajar en estrecha armonía, juzgando separadamente cada paso por sus méritos, y aquilatándolo todos para saber cuándo deben ser generosos y cuándo deben ser estrictos. Algunos opinan que los muchachos tienen que llenar el máximum de ciertos requisitos antes de considerárseles merecedores a ostentar una Especialidad. 
Eso está muy bien en teoría; y con ese método se consigue que unos cuantos muchachos adquieran gran eficacia; pero nuestro propósito es lograr que todos se interesen. El Jefe de Tropa que al principio pone a sus muchachos ante una valla sobre la cual pueden pasar fácilmente, los verá salvándola con entusiasmo y confianza en sí mismos; pero si los pone ante una tapia de piedra, demasiado alta, los verá intimidarse, y ni siquiera intentar saltarla. Sin embargo, nosotros no recomendamos el otro extremo, es decir, el que Consiste casi en regalar las Especialidades a cuantos demuestran haber adquirido cualquier conocimiento insigniticante de las labores asignadas. Realmente se trata de un asunto en que los examinadores deben usar su juicio y discreción, siempre teniendo en mente los propósito fundamentales. Indudablemente, siempre existirá el peligro de que muchos anden a caza de gangas, tratando de conseguir Especialidades con facilidad y sin merecerlas. Nuestro propósito es convertir a los muchachos en ciudadanos concienzudos alegres, sensatos e industriosos, y no en individuos vanidosos y petulantes. 
El Jefe de Tropa debe estar siempre alerta, para reprimir la cacería de insignias, y averiguar cuál es el cazador de gangas y cuál es el trabajador entusiasta y serio. En otras palabras, el éxito del sistema de Especialidades depende mayormente del mismo Jefe de Tropa, y de la forma en que él lo dirija.

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