Es quizá la mayor demostración de educación práctica que ha visto el mundo.
La educación debe ser dirigida a satisfacer las necesidades de nuestra nación hoy en día y más
especialmente, lo que será necesario para nuestra nación mañana. Muy frecuentemente nos hemos
contentado con improvisar nuestros métodos de comparación con el curriculum anterior. Hoy, uno
de los mayores errores de la nación es la estrechez de miras; las autoridades de todas clases
hablan de la necesidad de voluntad alegre y cooperación como antídoto para la mayoría de
nuestros problemas de la post-guerra.
El método común de educación hace poco en este sentido.
A menos de que se ponga cuidado,
puede tener riesgos, es peligroso fomentar el interés propio en el muchacho, a pesar de o sin tener
en cuenta la rivalidad de otros. Se le fomenta estar entre los mejores en su clase, a ganar premios
y becas para sí mismos, en competencia con sus compañeros, a ser ambicioso, a ambicionar las
mejores cosas de la vida, sin dar instrucción sobre sus deberes con el Estado; y su ayuda y respeto
hacia los demás.
El resultado es el egoísmo de altos vuelos, las diferencias de clase, las disputas industriales, las
diferencias sectarias, el fomento a las rivalidades deportivas, políticas e internacionales, que
existen y tienen un valor exagerado porque a los hombres no se les ha enseñado a tener un
panorama amplio, a ver con los ojos de sus vecinos y a practicar la buena voluntad y cooperación.
Este olvido es la raíz de la mayoría de nuestros problemas actuales, ya sean industriales, políticos,
religiosos, sociales o internacionales.
Aquí interviene otra vez el Escultismo ayudando con su adiestramiento en el sentido de deber y el
servicio para los demás. Intenta dar al muchacho una idea real de las responsabilidades de la vida
que se les presentan y se preocupa por inculcar la práctica de su religión en la vida y actividades
diarias.
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