sábado, 27 de octubre de 2012

Al aire libre - I

El oxigeno produce fuerzas. En cierta ocasión, yo tuve la oportunidad de observar un grupo de scouts haciendo ejercicio dentro de su propio local. Fue realmente un espectáculo alentador e interesante. Pero el ambiente no tenía nada de alentador. 
El aire que se respiraba en el recinto no era precisamente perjudicial; pero, en realidad, carecía de frescura vivificante. La ventilación era defectuosa; y aunque los muchachos actuaban con la precisión de máquinas perfectas, el aire desvirtuaba el beneficio de su labor, en vez de fortalecer su sangre con oxígeno estimulante. La mitad de los buenos resultados provenientes del ejercicio físico depende del aire puro, que puede inhalarse ventajosamente a través de la piel, así como por las fosas nasales, cuando hay la oportunidad adecuada. En otras palabras, el secreto del éxito está en el aire del campo; y el propósito fundamental del Escultismo es, en realidad, desarrollar el hábito de salir frecuentemente a disfrutar de los beneficios del aire libre tanto como sea posible. Una vez, en una ciudad de considerable importancia, pregunté a cierto Jefe de Tropa sí conducía las excursiones del sábado en el parque o en el campo; y me informó que ni siquiera se llevaban a cabo tales excursiones. ¿Y por qué? 
Pues porque a sus muchachos no les gustaban. Preferían congregarse, el sábado por la tarde, en su propio salón de reuniones. Desde luego que lo preferían. Porque estaban acostumbrados a eso precisamente: a quedarse en casa. Y nosotros debemos evitar que los muchachos dedicados al Escultismo sean victimas del hábito de permanecer en casa demasiado tiempo. 
Debemos inducirlos a que salgan de casa frecuentemente, y tratar de conseguir que las giras campestres les interesen, A propósito del asunto, nos permitimos citar las siguientes frases de Alejandro Dumas: "'Si yo fuese rey de Francia", escribió en cierta ocasión el famoso novelista, "no permitiría que ningún niño menor de doce años de edad entrara en ninguna población. Hasta esa edad, los niños tendrían que vivir en el campo: bajo el sol, en los bosques, en compañía de perros y caballos, cara a cara con la naturaleza, que vigoriza el cuerpo, fortalece la inteligencia, inspira poesía en el alma humana, y despierta una curiosidad más valiosa que todos los libros de texto del mundo entero." 

No hay comentarios:

Publicar un comentario