martes, 25 de septiembre de 2012

El espíritu del Escultismo - I

El rasgo fundamental es el espíritu del Movimiento, y la llave que libera este espíritu es el romance misterioso que encierra la Selva y que se revela en el concierto de la naturaleza, ¿Dónde podrá encontrarse algún muchacho -y si a eso vamos-, un hombre maduro, aún en estos tiempos materialistas por que atravesamos, que sea sordo al llamado de la naturaleza y que se substraiga a la fascinación de un camino real? Tal vez no se deba ello más que a la obediencia de un instinto primitivo.., pero el hecho es que existe. 
Con esa llave puede abrirse una imponente puerta, aunque sólo sea para dejar entrar una ráfaga de aire libre y un rayo de sol en las vidas que, de otro modo, irían marchitándose poco a poco. 
Pero generalmente puede hacer mucho más. Los héroes indómitos de las selvas, los colonizadores y exploradores, los que vagan por los mares y los que surcan los cielos, son como el "flautista de Hamelin" para los muchachos. Los seguirían a cualquier parte donde aquellos los condujeran; harían cualquier cosa, siempre que les tocaran la fibra de lo varonil y del arrojo, las aventuras, las hazañas, la eficiencia, la destreza y el sacrificio espontáneo en provecho de los demás. 
En ello hay satisfacción y goce espiritual para el muchacho. Observad a ese joven que va por la calle, mirando sin ver; sus ojos perdidos en el vacío. ¿Se irá forjando en su mente una epopeya de arriesgadas aventuras en las praderas o en la vasta extensión de los azarosos mares? ¡Quién sabe! 
Lo que sí podemos afirmar es que su imaginación febril le ha transportado a un mundo de sueños, distante de la prosaica realidad de su existencia. ¿Habéis leído las historias de Búfalo Bill y las manadas de bisontes que vagaban por las vastas praderas occidentales de la América del Norte? ¿Podéis imaginaros y ver el humo que sale en espirales de las tiendas de los indios sioux y comanches? 
Yo he soñado con ellos durante muchos años. Las excursiones ofrecen ahora al muchacho la oportunidad de echarse a la espalda una mochila, a la usanza de los primeros colonizadores, y sentirse parte activa de los hombres de las selvas. Puede descubrir y seguir senderos y rastros, hacer señales, encender fuego, construir su choza y cocinar su merienda. Puede aplicar su talento y habilidad manual al arte de explorar y acampar. La pandilla constituye su grupo natural de amigos, que sigue dirigiendo el mismo jefe, en las prácticas del Escultismo.

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