martes, 25 de septiembre de 2012

El espíritu del Escultismo - II

Podrá formar parte del conjunto, pero sabe también que tiene valor como ser individual. Las actividades al aire libre le enseñan a conocer los goces sanos de la vida. Esto tiene también su lado espiritual. La sabiduría de la naturaleza se asimila a pequeños sorbos durante las caminatas por los bosques, donde el alma incipiente se expande y busca a su alrededor nuevos prodigios.
Las excursiones constituyen por excelencia la escuela de la observación y de la práctica que nos hacen comprender las maravillas de un mundo portentoso. Descorren velos a la mente para que ésta aprecie la belleza que encierra cada día. Muestran al joven de la ciudad que las estrellas penden en el firmamento, no sólo adonde apuntan las chimeneas, y que los celajes del crepúsculo lucen su derroche de matices muy por encima del techo del salón de cinematógrafo que acostumbra visitar.
El estudio de la naturaleza revela a la mente del hombre la perfección con que el Creador armonizó lo cosmogónico con lo microscópico, y que el sexo y la reproducción desempeñan un noble papel en la gran obra de la creación.

El Escultismo eleva el nivel moral del más empedernido píllete. Y le inculca los principios de fe en Dios. Junto con la obligación que tienen los scouts de hacer diariamente una buena acción, forma la base de los deberes para con Dios y sus semejantes; con su enseñanza, sus padres o el director espiritual pueden formar más fácilmente en el muchacho la clase de credo deseado.

Puede usted muy bien vestir
A un muchacho de vaquero,
De bufón, fraile o torero,
De siervo y hasta de emir;

Mas no puede descubrir,
Con el tacto y al momento,
De ese joven el talento,
Con sólo tocarle el manto:
Si es un héroe o es un santo;
Si es medianía o portento...

Es el espíritu, no la indumentaria superficial, lo que hace al héroe. En todo muchacho está latente ese espíritu, pero hay que descubrirlo Y sacarlo a la luz. La Promesa Scout que ofrece cumplir bajo su palabra de honor -hasta donde llega el concepto que de ella tiene- y la Ley Scout son los puntales de nuestra fuerza disciplinaria, que rinde sus frutos en casi la totalidad de los casos. Al muchacho no hay que gobernarlo por medio de la represión sino por medio de la acción. La Ley Scout se considera como guía de sus acciones, no como barrera contra sus faltas. Se concreta a señalarle la pauta y lo que se espera de él como ScoOut digno de merecer la distinción que se le confiere.

La visión del muchacho vuela sobre las praderas y los mares. En sus excursiones, se identifica con
el indio, el explorador y el hombre de las selvas.

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