jueves, 20 de septiembre de 2012

El ambiente y las tentaciones - II

El fumar y el daño que causa al adolescente; el juego de azar, con todo el séquito de jaranas que lo acompaña; los perjuicios del alcohol y de pasar el tiempo con muchachas; falta de aseo, etc... 
Todo esto sólo puede ser corregido por el Jefe de Tropa que conoce el ambiente a que están acostumbrados sus mozalbetes. 
No se puede corregirlo echando mano a prohibiciones y castigos, sino substituyendo esos defectos con algo que sea por lo menos igualmente entretenido, pero cuyos efectos sean buenos. 
El delito juvenil no es por naturaleza inato en el muchacho, sino que brota del espíritu aventurero que le es inherente, de su propia torpeza, o de su falta de disciplina, según la idiosincrasia del individuo.

El mentir natural es otro de los defectos que abundan entre los muchachos, y, por desgracia, una enfermedad extendida por todo el mundo. Se encuentra en las tribus salvajes, particularmente, tanto como en los países civilizados. Decir la verdad, con la correspondiente exaltación de un hombre a la categoría de autoridad fidedigna, realza su carácter y el prestigio de su patria. 
Por tanto, nos incumbe hacer todo lo que podamos para que los muchachos realcen el timbre del honor y sean veraces entre sí.

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